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A Considerar

“Sólo me escucha cuando grito”

¿Qué podemos hacer para evitar gritarle a nuestros hijos?

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Publicado

en

Marifer Calderón

Asesoría Práctica en Paternidad

www.marifercalderon.com

Con frecuencia se acercan a mi mamás o papás con remordimiento por haberle gritado a sus hijos, se tratan de justificar con el argumento “Se lo dije cinco veces de buen modo y hasta que grito me hace caso”.

Si bien es cierto que cuando gritamos captamos la atención de los niños y pueden parar, por segundos, la conducta inadecuada, también es cierto que los gritos no les enseñan autocontrol o disciplina. 

Los gritos asustan, dan miedo y dañan la autoestima.  Generan sentimientos de impotencia y rencor.  Esto lo sabemos y por eso ya no queremos gritarles pero ¿por qué lo seguimos haciendo?

Casi siempre les gritamos cuando estamos bajo estrés, ya sea por las presiones del día a día, por no haber descansado lo suficiente o por frustración al sentirnos no escuchadas.  Cualquiera que sea la razón, pocas veces se trata de los niños, la mayoría de las ocasiones tiene que ver más con nosotras, con nuestro estado de ánimo, el cual, después del grito no mejora…


También sucede que llegamos al grito porque no hemos establecido límites claros y firmes, los hijos no saben qué esperamos de ellos y nosotros damos por hecho que si lo saben, al no cumplir nuestras expectativas nos molestamos y recurrimos al grito.

No debemos olvidar que se trata de niños, los niños se dedican a jugar y difícilmente colocarán nuestras necesidades sobre las propias, están  inmersos en sus intereses, su trabajo es jugar y lo hacen tan bien que olvidan fácilmente lo que les hemos pedido.

¿Qué podemos hacer para evitar gritar?

  1. Estar conscientes de que por medio de los gritos no vamos a lograr algo positivo.
  2. Practicar autocontrol y modelarlo.  Si sabemos que estamos irritables, respirar profundo, tomarnos un tiempo antes de reaccionar.  Queremos enseñar a nuestros hijos a controlar sus impulsos, empecemos por controlar los nuestros.
  3. Descansar, no solo dormir bien y promover momentos de relajación.  También buscar actividades que disfrutemos y que nos hagan reír.
  4. Evitar el estrés. Tenemos demasiadas responsabilidades a cuestas: el trabajo, la casa, los hijos, la pareja, los amigos… Aprender a diferenciar entre lo urgente y lo importante, entre el deseo y la necesidad. 
  5. Marca tus límites a tiempo, no vayas acumulando malas experiencias durante el día: pelea con el marido, problemas en el trabajo, tráfico excesivo, llamada del banco… Cuando ya no puedas más, antes de  interactuar con tus hijos: toma un respiro y acércate a ellos con amor y tranquilidad.
  6. Toma responsabilidad por tu propio estado de ánimo, tus hijos no te hacen enojar y tampoco te sacan de tus casillas, eres tu quien se permite llegar a ese límite así que es mejor que te tome una pausa antes de llegar ahí.
  7. Pide espacio y/o ayuda. De ser necesario, pide espacio para tranquilizarte.  Antes de llegar a casa ve por un café, si estas en casa quédate un rato a tu recámara.  De ser necesario, pide apoyo a tu vecina, a la abuela o a una nana.
  8. Asegúrate de establecer reglas claras en casa.  Que tus hijos sepan qué es lo que esperas de ellos y qué pasará si las reglas no se cumplen.
  9. Establecer expectativas reales.  Recuerda que son niños.  Primero hay que enseñarles a conocer y manejar sus emociones, una vez logrado esto, aprenderán a manejar su conducta.  Pero esto toma tiempo. Mucho tiempo así que necesitas tener paciencia.
  10. Utiliza tu cuerpo para hacerte escuchar.  Si crees que tu hijo no te escucha, acércate a él, de ser necesario tómalo de la mano y repítele la instrucción, si aún así no te hace caso, acompáñalo a realizarla “Ve a lavarte los dientes” (mientras caminas al baño tomándolo de la mano o cargándolo).
  11. Usa el sentido del humor. Si le hablas y sientes que no te escucha, intenta algo diferente: susurra cerca de su oído, simula un micrófono con una cuchara “uno-dos tres, probando ¿me escuchan?”, pídele las cosas cantando…  Trata de que no todo sean órdenes o instrucciones. 
  12. Recuerda que el respeto, como todos los valores, se aprenden por modelamiento: habla con un tono de voz suave, utiliza palabras y gestos amables.

Estas son sólo unas ideas que te ayudarán a captar la atención de tus hijos y a dirigirte a ellos de manera más amigable, seguramente habrá momentos en los que no te funcionen y terminarás gritando, es normal, todos los cambios requieren tiempo, se trata de que estés consciente y busques una mejor manera para la siguiente ocasión, ten paciencia no solo con tus hijos, también contigo.

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