Estamos ya en plena época navideña. El día 16 de diciembre da comienzo a las posadas, que es una de las tradiciones más hermosas de nuestra cultura y que se celebran casi al finalizar el año. Éstas tienen un significado muy importante para los mexicanos, ya que representan la eterna lucha entre el bien y el mal.
Se trata de una celebración que se lleva a cabo desde la época Colonial y que conserva, hasta nuestros días, muchas de las costumbres originales, como la peregrinación hecha por niños y adultos, en la que se llevan velas encendidas y luces de bengala y la ya conocida letanía que cantan dos grupos de personas y que simboliza las dificultades que José y María tuvieron que enfrentar antes de llegar a Belén. Son nueve días durante los cuales se celebran y cada uno de ellos representa un mes de embarazo de la Santísima Virgen.
Aunque no se sabe exactamente la fecha en la que se empezaron a representar las posadas en la Nueva España, las primeras crónicas que se tienen datan de 1586, año en que las posadas comenzaron a celebrarse en el convento de San Agustín Acolman, aprovechando los festejos que los indígenas hacían conmemorando a Huitzilopochtli. Desde entonces las posadas se comenzaron a realizar del 16 al 24 de diciembre y tuvieron un fuerte impacto en la población que aún conserva un villancico que dice: “Venimos rendidos desde Nazareth, yo soy carpintero de nombre José”.
Algo que nunca falta en su celebración es el hecho de romper una piñata llena de fruta y dulces. La piñata más clásica que se utiliza en las posadas tiene forma de una estrella con siete picos que representan los siete pecados capitales. Para romperla es necesario utilizar una venda en los ojos, lo que simboliza la falta de claridad que tiene el hombre para darse cuenta de sus pecados. Finalmente, el romperla significa el triunfo de la fe y el bien sobre la maldad.
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