UN HERMOSO PROPÓSITO

Si echáramos un vistazo a lo que sucedía en nuestro país hace tan solo unas cuantas décadas, nos daríamos cuenta de que nuestra forma de vida ha cambiado de una manera radical. En las casas de ahora, ya no se ponen altares de muertos, sino adornos anaranjados y negros de brujas, fantasmas y calabazas. Los niños ya no se emocionan comprando figuritas de barro en el mercado para adornar un nacimiento, sino que esperan con ansiedad decorar con luces y esferas de colores un pino. Conocen sólo a través de villancicos que existieron tres Reyes Magos, pero éstos ocupan un lugar poco relevante en sus creencias y fantasías.

En fin… podríamos seguir enumerando costumbres que han sido reemplazadas por las de otras culturas ajenas a la nuestra, o simplemente se han dejado perder. En la actualidad, los niños no saben qué significa en su país, únicamente saben que existen cosas más eficientes y actualizadas que provienen de otros países.

Esta situación es más grave de lo que imaginamos, ya que son precisamente nuestros hijos los que tomarán las riendas de México en algunos años. ¿Cómo van a poder hacer de él algo mejor cuando sus propios padres nos hemos encargado de disminuirles s identidad y conciencia? No hay que olvidad que sólo se defiende lo que se ama, y sólo se ama lo que se conoce.

Es indudable que no podemos cerrar los ojos a la influencia de otras culturas, pero en esta época de reflexión podríamos hacer un propósito para el año que comienza: regalarles a nuestros pequeños la historia que les pertenece y el país del que forman parte. Quizás la mejor manera de hacerlo sea partiendo con la familia una rica rosca de reyes y lustrando los zapatos para que en ellos Melchor, Gaspar o Baltazar coloquen un colorido juguete tradicional hecho por nuestros hábiles y legendarios artesanos. ¿No les parece?