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Los amigos en edad preescolar.

Uno de los temas que más inquieta a los padres es la socialización.

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Quieren que sus hijos tengan amigos, que se lleven bien con otros niños, que compartan, intercambien ideas, lleguen a negociaciones y se diviertan.  Socializar es todo un proceso que se vive a lo largo de la vida para aprender a integrarse a una sociedad comprendiendo y aplicando la información que se recibe del entorno: normas de convivencia y costumbres, uso del lenguaje, roles… Lograr esto requiere de tiempo y madurez.

El primer núcleo de socialización sin duda es la familia, es dentro del seno familiar donde uno aprende a relacionarse, a interpretar señales, a adoptar valores y a establecer límites, por lo tanto, antes que amigos, los niños necesitan relaciones afectivas sanas y seguras con sus adultos, no sólo para que los guíen sino también para descansar en ellas emocional y sentirse protegidos.

La infancia es una etapa de construcción, los niños necesitan jugar, experimentar y explorar el mundo, relacionarse con sus emociones, desarrollar su pensamiento para que, cuando estén listos, puedan ir emergiendo como seres separados de sus padres.  Hasta que un niño pueda diferenciar entre él/ella y el resto del mundo, es cuando podrá empezar a socializar.

Para empezar a hablar de integración social, se requiere una función integrativa en el pensamiento que permita mezclar ideas y sentimientos en conflicto, para esto, es preciso que la corteza prefrontal esté lo suficientemente desarrollada, lo que sucede alrededor de los 5 y los 7 años de edad, aunque puede variar.

Por ejemplo, si un niño pequeño tiene un juguete en la mano y se lo quita un compañero, él puede empujarlo o arrebatarle el juguete porque su frustración lo movió a reaccionar de esta manera, o bien, puede quedarse quieto y llorar porque no sabe cómo reaccionar. Este pequeño, sólo pudo ver o sentir una cosa a la vez.  Cuando es capaz de ver o sentir dos cosas: yo tenía el juguete, pero mi amigo también quiere jugar, puede integrarlas y decirle “Yo estoy jugando con esto, cuando termine de usarlo te lo presto”.  Llegar a este tipo de pensamiento implica madurez – fisiológica, congnitiva y emocional -. 

Mientras tanto, padres, cuidadores o maestros, podemos ayudarlos a ejercitar su corteza prefrontal y guiarlos con frases como: “No querías lastimar a tu amigo, pero te frustró que te quitara el juguete” o “Te gustaría jugar con él, pero por ahora no tienes ganas de compartir”.  Esta es una manera de modelar patrones de conducta y ayudarlos a relacionarse con sus emociones, más adelante aprenderán a integrarlas y podrán relacionarse con sus pares para tener amigos.

Marifer Calderón

Orientación Educativa Familiar

www.marifercalderon.com

@marifer_calderon_

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