Personitas con características inherentes que sirven a un propósito. Vivir este periodo de manera plena ofrece mejores posibilidades para ser adultos maduros, pero todo a su tiempo.
Con frecuencia exigimos que los niños “se porten bien” y cuando le pregunto a los padres qué es portarse bien me responden cosas como: – Que me obedezca. Que sea compartido. Que se lleve bien con su hermano. Que no haga berrinches. Que se comporte en un lugar público, que no esté tocando todo, que no grite y no corra -.
Al parecer, lo que los padres quieren es tener “pequeños adultos” en casa porque todas estas conductas son fruto de la madurez.
Los seres humanos nacemos inmaduros, necesitamos ejercitar nuestro “sistema” poniendo en práctica ciertas habilidades o conductas que estimulan y facilitan el desarrollo de nuestro cerebro, que es el “órgano” que toma más tiempo en alcanzar su madurez.
Los niños necesitan JUGAR porque es a través del juego como se van relacionando con el mundo, aprenden de él explorando, observando, tocando, manipulando, ¡haciendo! Los niños necesitan moverse, son inquietos por naturaleza así que el “Quédate quieto” pocas veces va a funcionar. Los niños necesitan libertad de acción, de esta manera aprenden a conocer su cuerpo, sus intereses, sus gustos… cuando un niño es capaz de reconocerse e identificarse, también podrá reconocer e identificar a otros, pero primero necesita tener una relación consigo mismo.
“Haciendo” es como un niño va desarrollando un sentido de agencia, es decir, vive la experiencia que le permite darse cuenta de que él/ella tiene control sobre las cosas que hace. Aprende y entiende sobre causa y efecto, se va desarrollando su pensamiento promoviendo nuevas conexiones neurológicas.
Los niños necesitan SENTIR. Durante la infancia, muchas de sus conductas son guiadas por sus emociones, las emociones surgen en el sistema límbico, conocido como “cerebro emocional”. Las emociones son inconscientes, involuntarias e irracionales, aprendemos a gestionarlas a través del cerebro racional, la corteza prefrontal. Esta parte del cerebro alcanza su desarrollo óptimo, ¡alrededor de los 24 años! ¿Qué quiero decir con esto? Que durante la infancia, nuestros niños necesitan espacio para poder sentir TODAS las emociones que se presenten, frustración, miedo, ansiedad, entusiasmo, curiosidad, por mencionar algunas. Si permitimos que un niño exprese sus emociones, poco a poco se irá relacionando con ellas, se hará consciente de lo que siente y más adelante podrá ir regulando cada una de sus emociones, mientras tanto, necesita sentirlas a través de berrinches, lágrimas, gritos, movimientos…
Por naturaleza, los niños son impulsivos, inquietos, curiosos, egocéntricos, necios, espontáneos… y es así como deben ser para aprender a “calibrar” y poder funcionar de manera adecuada hasta llegar a la madurez cuando sea el momento, mientras tanto… Honremos la Infancia.
Marifer Calderón
Asesoría Parental
Facilitador de Cursos del Instituto Neufeld
www.marifercalderon.com
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