Pero también tiempo llega el tiempo de ilusiones, de esperanzas y de cambios, ya que tendremos un nuevo año el cual nos va a dar la oportunidad de mejorar las cosas que creemos no estuvieron al cien y de cambiar aquellas que realmente estuvieron mal.
A veces suena muy repetitivo el que inicie un Año y que solo se hable de nuevos propósitos que muchas de las veces casi nunca cumplimos. Pero debemos darle el beneficio de la duda a esos deseos y no perder las esperanzas. Es por ello, que una vez más hay que fijarnos metas y tratar de cumplirlas, pero éstas deben ser enfocadas principalmente a cambios verdaderos de vida, a aquellas que dejen huella y que el día de mañana estemos satisfechos y nos dejen un gran sabor de boca.
Estas metas o propósitos que realmente nos van a alimentar el alma como personas, pueden ser:
- Vivir el día al día con honestidad, compromiso, entrega, pero sobre todo con lealtad.
- Fomentar los valores a nuestros pequeños.
- Reconciliarse con algún familiar o amigo.
- Hacer una labor social en algún centro o Asociación.
- Ayudar a las personas menos favorecidas.
- Hablarle a esa persona que por diversas causas no hemos podido tener comunicación con ella.
- Tomarnos unos minutos, horas o un día completo para conversar con el esposo(a), hijo (a) y reír con cada anécdota, etc.
Y, en fin, podremos hacer una lista enorme de los buenos propósitos, pero lo más importante de ellos es que los pongamos en práctica e iniciar el Año alimentando el alma.
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