A LA ESCUELA CON PAPÁ

En nuestra sociedad actual, son todavía raros los casos en que los padres tienen una participación activa en el desarrollo de sus hijos. Generalmente es mamá quien se encarga de estar al pendiente de todas las actividades tanto escolares como de otro tipo que conforman la vida de los pequeños. Esto se debe, por supuesto, al tren de vida tan pesado que implica la vida cotidiana en una ciudad como esta, y a las exigencias de mantener a una familia.

No obstante, a pesar del poco tiempo de convivencia que hay entre un papá y su hijo, se forma entre ellos un vínculo fortísimo que los mantendrá unidos durante toda la vida. Para un niño su papá es el prototipo de la perfección; sus palabras son más ciertas que la Biblia misma, su fuerza supera por mucho a la de Sansón, su inteligencia es comparable a la de Einstein y su poder para lograrlo todo es casi infinito.

Cotidianamente, los niños demuestran de mil maneras lo importante que es su padre para ellos. De él recibirán, además de todas las pautas de un modelo masculino, la seguridad y bienestar, básicos para su desarrollo, así como el legado de su propia cultura e historia. Es un modelo sumamente importante para sus hijos; de ahí que la influencia que puede ejercer sobre ellos sea tan importante. Si se ejerce positivamente, esta influencia puede redundar en un desempeño académico y en un rendimiento escolar mucho mayor.

Tomarse un poco de tiempo todos los días para revisar rápidamente la tarea, ayudar de vez en cuando a repasar una lección o a estudiar para un examen, pueden ser alicientes insospechados para un niño, quien, al ver que papá se interesa en lo que hace, tratará de esforzarse cada vez más. Sobra decir que para que esto suceda, debe hacer un clima de tranquilidad y bienestar, donde las palabras de aliento y aprobación ocupen un lugar prioritario.