En ocasiones, los adultos olvidamos que la diversión no es únicamente para los niños y tomamos una actitud seria y casi dramática ante la vida cotidiana.
Sin embargo, si adoptáramos a la diversión como un hábito necesario, seguramente que gozaríamos hasta los detalles más insignificantes de cada instante. Miraríamos entretenidos que todo es más sencillo de lo que parece y volveríamos, un poco, a revivir nuestra niñez. Esa etapa que, cuando niños, todo nos parecía alcanzable, simple y muy divertido.
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