Una de las tradiciones más celosamente guardadas en nuestro país es, sin lugar a dudas, la Epifanía que se celebra el día 6 de enero con la llegada de los fastuosos Reyes Magos. Se trata de todo un suceso, no solamente para los pequeñines que reciben juguetes y golosinas, sino para todos en general ya que brinda un momento donde la familia y los amigos se reúnen para partir la deliciosa rosa de Reyes. Cada uno de los participantes escoge un pedazo y lo corta esperando no sacar uno de los muñequitos escondidos entre el pan; ya que, de ser así, tendrá que organizar una fiesta con tamales y atole el 2 de febrero, día de la Candelaria.
No obstante, una variante muy especial consiste en meter pequeños efectos personales pertenecientes a los invitados a la reunión. La persona que encuentra una prenda tiene que pensar en algo positivo que pueda decir sobre el dueño de la prenda que encontró, así como en alguna acción sencilla que pueda realizar para ayudarlo. No necesita ser algo complicado, se trata tan sólo de echar una mano para facilitarle alguna tarea y brindar algo de sí mismo que no sea material. Esto constituye una ayuda para recordar el verdadero sentido de la celebración y un pretexto para acercar más a las personas, fomentando valores como la ayuda mutua, la solidaridad y el reconocimiento. Al mismo tiempo, nos permite recordar los aspectos más importantes de nuestra condición de seres humanos; aspectos, que en muchas ocasiones se ven opacados por el ritmo acelerado y abrumador que nos marca el estilo de vida que llevamos a diario provocando un individualismo y un consumo excesivo de bienes materiales.
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