Después de las nutridas discusiones y controversias sobre el comienzo de un nuevo año, finalmente estamos dando el paso definitivo que nos conduce a los albores de este trascendental cambio en el calendario. Este nuevo año merece estar permeado por una profunda reflexión de lo que hasta ahora hemos sido y hemos logrado, como personas independientes, como ciudadanos, como amigos, como hijos y finalmente como padres.
Existe una ola mundial que tiende a la globalización, a romper con viejos esquemas dañinos para la humanidad y reemplazarlos por nuevas concepciones acerca de la libertad, la tolerancia y los valores. Se trata de una ocasión perfecta para revisar si la vida que hemos llevado hasta ahora realmente se ha enfocado a lo más valioso del ser humano: su integridad y su capacidad para amar.
Hemos hecho muchas cosas positivas, pero hay algo que ha hecho que los pequeños de ahora estén inmersos en un mundo materialista donde el que más tiene es el que más vale, donde la violencia se ha presentado como algo natural, donde el desinterés profundo por aprender y estudiar parece ser un común denominador.
Ojalá que este nuevo año que comienza nos dé el aire fresco que necesitamos como padres y educadores para que logremos transmitir a nuestros pequeños la trascendencia de su ser. Brindar un sentimiento de competencia no entendida como una lucha contra los demás por destacar y ser mejor, sino como la sensación de ser capaz de hacer cosas. Así mismo, fomentar el sentimiento de solidaridad y pertenencia. Sólo sabiéndose parte importante y única del mundo podrán ser responsables de él y cuidar el patrimonio que la naturaleza y el tiempo han depositado en sus manos.
En fin, es nuestro deseo que este paso tan importante hacia un nuevo milenio se dé de manera firme por hombres y mujeres íntegros y humanos que sean capaces de darle un giro nuevo a nuestra historia.
¡Enhorabuena!
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