Hace unos días entré a la recámara de mis hijos y los vi trabajando arduamente en una larga carta petitoria para los Reyes Magos. Yo no podía dar crédito a lo que estaba viendo. Los juguetes que habían recibido hacia tan sólo dos semanas con motivo de la época navideña estaban prácticamente olvidados dentro de un baúl. Intrigada les pregunté para qué querían más juguetes haciéndoles ver que los que tanto habían pedido para Navidad ya estaban revueltos con todos los demás. Sólo contestaron que ellos sí usaban sus muñecos y juegos y deseaban tener más con qué jugar. Estuve pensando mucho al respecto y llegué a la conclusión de que era necesario hacer que realmente apreciaran lo que tenían. Tras algunos días de reflexión les expliqué que la situación en el mundo estaba tan difícil que hasta los Reyes Magos habían tenido problemas para conseguir juguetes para todos los niños del mundo. Cuando les pregunté si ellos creían poder hacer algo al respecto me miraron extrañada.
-¿Cómo qué?, -me preguntó el más grande.
-No sé, -le contesté- pero a mí se me ocurre que, siendo unos niños tan lindos, algo pueden hacer. ¿No les gustaría ayudar a los Reyes Magos que todos los años les han traído cosas tan padres? ¿No creen que ellos se lo merecen?
-Ambos contestaron que sí pero no se les ocurría cómo; a través de preguntas como si realmente necesitaban los juguetes que estaban pidiendo, etc., ellos solitos fueron encontrando soluciones y decidieron que además de pedir menos cosas, iban a escoger los juguetes que ya no utilizarán, los iban a limpiar y arreglar y finalmente los iban a dejar junto a sus zapatos con una nota para que los reyes se los llevaran a otros niños.
-Es increíble cómo se divirtieron y con qué ilusión esperaron la llegada de los Reyes este año. Fue más importante para ellos descubrir que sus juguetes habían desaparecido la mañana del 6 de enero, que recibir los nuevos. La sensación tan importante los hizo sentir muy orgullosos y satisfechos. No me cabe la menor duda que esta sencilla costumbre se convertirá en una sana tradición y que los juguetes durarán más tiempo fuera del baúl.
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