El reto fue retomar la épica película, encontrar su esencia y convertirla en teatro, para lo cual crearon títeres y máscaras con figuras humanas que permiten que la energía salga directamente de los actores para que puedan moverse y articular los movimientos logrando una dualidad entre máscara y actor. En esta obra el actor no está totalmente cubierto por una máscara o vestido como un personaje.
El maquillaje es meramente decorativo. Para conseguir lo anterior fue necesario un equipo de cientos de personas y 34,000 horas de trabajo. La dirección y el diseño de los disfraces son de Julie Taymor.
La escenografía de “El Rey León” es todo un reto, ya que evoca el paisaje africano dentro del tamaño del escenario real, con un concepto minimalista del mismo. Esta obra no tiene nada que ver con el concepto estético de Disney. El momento “Eureka” es la conjunción del estudio de los textiles africanos y su esencia pura y abstracta dentro de una “simplicidad muy compleja” sumamente estilizada por Richard Hudson.
La escenografía siempre está en movimiento, pues se compone por los propios personajes donde la estructura y mecánica en cada vestuario está a la vista del público, jugando con los elementos que componen el paisaje como los animales, el pasto integrado al ensamble, al igual que los árboles, las flores y las nubes.
La música de “El Rey León” representa una gama de diferentes tipos de música desde las técnicas del western hasta los coros africanos. Los ritmos, la instrumentación y los instrumentos provienen de muchas partes del mundo, hay 19 tipos de flautas de madera. Durante la obra se tocan una gran variedad de estilos. La música es de Elton John y las letras son de Tim Rice.
La coreografía es la mezcla de emociones, estilos y pasiones de diferentes culturas, como la africana y la caribeña. Es del creador Garth Fagan.
La iluminación es difícil de conceptualizar ya que requiere de una maestría técnica impresionante. El momento cumbre de la obra es cuando enfocan el fantasma de Mufasa sobreponiendo imágenes de puntos de luz haciendo una escultura de la máscara con efectos de iluminación penetrando en el silencio y en la magnitud del cosmos del mundo interior de Simba, logrando que cada espectador encuentre su lugar en “El Círculo de la Vida”. El mérito en este rubro es de Donald Holder.
“El Rey León”, despierta la imaginación desde el inicio. La mecánica del escenario está siempre visible. El tema principal de la obra es el círculo de la vida: un cuento sobre el crecimiento personal de un niño en donde se dramatiza el ritual del nacimiento, la muerte y el renacimiento. El círculo de la naturaleza esta presente todo el tiempo.
Uno de los elementos más poderosos son los rasgos humanos en los personajes de animales, logrando una magnífica dualidad. El ser humano es una parte esencial de la estilización.
Es la historia de Simba, un cachorro que lucha por encontrar su lugar en “El Círculo de la Vida” de la naturaleza, enfrentando toda una serie de dificultades al convertirse en adulto y asumir el papel de rey. “El Rey León” es una historia en donde se realza el amor entre padre e hijo.
Cuando Simba está a punto de asumir su papel como futuro rey su padre, Mufasa, es asesinado por Scar, su maléfico tío. Scar convence a Simba que su padre murió por su culpa por lo que tiene que huir de su casa en Pride Rock. Simba lo hace y en la selva conoce a Pumbaaa, a un loro y a un jabalí. Ellos le enseñan a Simba que lo mejor es no preocuparse de nada o enfocarse en lo que no se puede cambiar. Mientras tanto, Scar asciende al trono.
Casualmente, Nala, una leona amiga de Simba, se encuentra con él. Ella trata de convencerlo de que regrese a Pride Rock y que ascienda al trono. Simba está de acuerdo y decide enfrentarse a Scar.
El elenco es de más de 40 actores y 200 títeres que representan a 25 tipos de animales, pájaros, peces e insectos.
En 1998 obtuvo 6 premios Tony. Se está presentando en el Teatro Minskoff en Broadway y es toda una aventura a otro mundo.
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