Uno de los pensamientos más divulgados en todo el orbe vincula el condimento con la mala suerte. Se cree que derramar sal puede ser el inicio de una serie de infortunios.
El origen de tal presunción se remonta a la antigua Roma. Durante tiempos del imperio, la sal era un bien muy preciado por sus usos para preservar alimentos. De ahí que tirarla represente un mal augurio. Varias fuentes aseguran que, para contrarrestar los malos efectos, se debe echar la sal con la mano derecha sobre el hombro izquierdo.
Siempre se ha considerado el producto de la gallina como un símbolo de la fertilidad. Durante años, los agricultores repartían huevos por sus cosechas esperando que estas prosperaran. Además, algunas culturan creen que si se encuentran dos yemas en uno es porque se acerca una boda o un nacimiento. Por otro lado, si el insumo no tiene yema, es muy mala señal. En otras latitudes, si un huevo se rompe accidentalmente, la cáscara debe ser pisada para alejar la mala suerte.
Es tradición en muchas regiones lanzar arroz a los recién casados. En la antigüedad este alimento representaba la salud y la prosperidad, por lo que se usaba para alejar malas vibras a la nueva pareja. Lanzar arroz es sinónimo de felicidad, fertilidad, riqueza y prosperidad.
Los nipones y chinos son muy respetuosos con cosas que puedan atraer malos presagios. Para ellos es importante evitar colocar los palillos de forma vertical sobre el plato. Esto debido a que se asemeja a la posición en que se pone el incienso durante los velorios.
Aunque es una de las supersticiones gastronómicas de origen español, es muy común en Venezuela y otras naciones latinoamericanas. Consiste en comer 12 uvas la última noche del año, una con cada campanada. La idea es pedir un deseo por cada fruto consumido, para que sea cumplido en el año entrante.
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