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Soñar con la mejor escuela post pandemia

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Como dice el dicho “soñar no cuesta nada”. Llevamos mas de un año en donde nuestro mundo cambió de maneras que ni siquiera hubiéramos podido imaginar. El encierro, el asilamiento, el miedo, la enfermedad, la distancia han sido factores determinantes durante estos meses. El estrés se nos ha incrementado exponencialmente. Pero al mismo tiempo, de alguna manera hemos podido detener el ritmo acelerado de vida que llevábamos, nos ha dado tiempo de reflexionar. Uno de los cambios más importantes que hemos experimentado como padres y maestros, fue el cierre de las escuelas en modo presencial y la transición a un modelo de escuela a distancia, en el mejor de los casos.

El sistema escolarizado tradicional que conocíamos no tenía contemplado una escuela a distancia. Los cambios se hicieron “sobre las rodillas” y ha se han ido modificando constantemente. Se trató de cambiar simplemente el escenario, de un salón de clases a una pantalla de computadora o de televisión.  En realidad, no podemos saber el impacto que estos meses han tenido sobre nuestros hijos o alumnos en el largo plazo, eso será tema de estudio en un futuro no tan lejano. Pero lo que si podemos hacer hoy es reflexionar sobre lo que hemos vivido en casa, sobre lo que hemos visto de cerca, y sobre lo que ahora sabemos que necesitan realmente para poder lograr aprendizajes significativos para la vida.  Y del lado de las escuelas y los maestros, la reflexión tal vez debería ir más allá de ajustes en los currículums o en las prácticas docentes.  Se vale soñar con una mejor escuela para nuestros hijos, una escuela que se haya transformado, no una escuela que simplemente “regrese a como era antes”.

Tal vez el tema mas importante que deberíamos de considerar es el de realmente poner al niño, al adolescente, al alumno al centro. Y no solo al centro del aprendizaje, sino al centro de su desarrollo como ser humano. Dejar a un lado nuestras expectativas, paradigmas, miedos, hábitos, creencias, lealtades. Para lograr “soñar” con la escuela post pandemia necesitamos crear una nueva narrativa, encontrar nuevas y mas amplias redes de soporte, pensar en los objetivos a largo plazo, revisar nuestras suposiciones y considerar otras perspectivas.

Entonces la pregunta es, ¿Qué hemos aprendido después de mas de un año de pandemia? Por un lado, hemos visto que la relación niños y escuela tiene muchos componentes. Entre ellos están, el desarrollo físico, emocional y psicológico de cada niño, los factores socioeconómicos que lo rodean, el currículo de la escuela, las redes de apoyo dentro de la escuela, el ambiente familiar y los recursos dentro de la comunidad. Hemos aprendido que para que un niño esté preparado para la escuela, las interacciones previas con su familia y su comunidad son un factor determinante.

Al mismo tiempo hemos aprendido que la escuela que soñamos debería estar enfocada a propiciar condiciones adecuadas para ayudar a desarrollar las habilidades sociales y emocionales de sus alumnos, como la autogestión, la conciencia de si mismo, la toma de decisiones responsables, las habilidades relacionales y la conciencia social; promover el amor por los libros, por la lectura; alentar el aprendizaje basado en el juego; maximizar la calidad del tiempo de conexión entre los alumnos y los adultos a cargo, maestros, consejeros, auxiliares, administrativos; alentar el aprendizaje libre, independiente, exploratorio, auténtico y significativo.

También podemos decir que hemos aprendido o corroborado que las emociones tienen un papel fundamental en el aprendizaje. Que no podemos aprender cuando nos sentimos física, emocional o psicológicamente inseguros. Que antes de poder utilizar las funciones como analizar, evaluar y crear, necesitamos primero tener satisfechas nuestras necesidades primarias. Que el estrés prolongado y constante es una barrera para el aprendizaje y que tratar de aliviar el estrés con más estrés solamente tiene efectos negativos, es como echarle gasolina al fuego. Que todos queremos hacer bien las cosas, ser exitosos. Que nadie fracasa por el gusto de hacerlo. Que los niños y adolescentes lo hacen bien cuando pueden, no solamente cuando quieren.

Cuando finalmente regresemos a una especie de normalidad, vamos a enfrentarnos a circunstancias desconocidas. Cada alumno, cada familia, cada comunidad escolar tendrá una combinación diferente y única de factores que afectarán la dinámica escolar y familiar por un periodo de tiempo indeterminado. De lo que si tenemos certeza es que los alumnos, niños y adolescentes, tienen una motivación intrínseca por aprender, por entender el mundo que los rodea, por encontrar respuestas para las preguntas relevantes para su vida. Como lo dice Alfie Kohn, “me he encontrado muchos niños que no tienen el interés de sentarse a escuchar una clase, la falta de interés no es igual a la falta de motivación, el remedio está en el cambio del modelo de instrucción”.  Es justo aquí en donde la escuela que soñamos hace la gran diferencia.   

Es esta escuela que soñamos que tiene la tarea, mas que nunca, de promover circunstancias en donde los alumnos tengan el interés por aprender. Es nuestra tarea como padres, proveer a nuestros hijos de la escuela que más se acerque a estos ideales. Entre ellos están:

  • Cultivar la independencia y la valentía.  La independencia en el sentido de que cada alumno tenga la libertad de explorar y encontrar la mejor manera en que el puede aprender. Y valentía porque el valiente es capaz de enfrentarse a sus peores miedos y aún a pesar de ellos ir por lo que quiere. Entonces se trata de tomar riesgos, de intentar aprender lo que mas trabajo cuesta, a pesar del riesgo de fracasar en el intento.
  • Promover la resiliencia, dar espacio para el fracaso. Un espacio en donde siempre se puedan cometer errores y al mismo tiempo tengan a un adulto que pueda guiarlos y caminar junto con ellos para ayudarlos a encontrar las soluciones a sus laberintos.
  • Inculcar el sentido de la curiosidad y el descubrimiento. La escuela tiene que estar intrínsecamente ligada a las preguntas de la vida diaria. Si logramos interesarnos en resolver los problemas que nos afectan directamente, mediante una curiosidad natural, entonces poco a poco lograremos interesarnos por cuestiones que son mas lejanas y generales.

La escuela post pandemia no tiene que ser la escuela perfecta. Pero si no soñamos con la escuela perfecta, nunca nos acercaremos a ese ideal. Seamos valientes, exploremos, busquemos. Nuestros niños y adolescentes seguramente recordarán este tiempo como un parteaguas en sus vidas, ojalá con nuestro granito de arena logremos que algún día la escuela que nosotros soñamos hoy, sea la escuela de la realidad para sus hijos y nietos.

Lic. Ma Esther Cortés
Asesoría en Educación y Crianza /Facilitador Autorizado Instituto Neufeld
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maecl3@gmail.com

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