Una de las tradiciones mexicanas que se conserva desde hace varios siglos y que causa admiración a lo largo del mundo entero, es la de los voladores de Papantla. Su entrenamiento inicia desde pequeños; deben tener entre tres y doce años. Con altas medidas de seguridad van aprendiendo a conservar esta bella danza que evoca a un antiguo sacerdote, cuatro quetzales (los volares) y dos músicos.
El poste que deben escalar mide 10 metros de altura. En la parte de arriba hay un cuadro de madera en que se sienta cada uno. En la cima del poste se coloca el jefe, que comienza a bailar una danza al ritmo de tambores y flautas.
Después del baile se hace un saludo a los cuatro vientos. Para hacerlo, los voladores se sientan en la punta del poste y se reclinan sobre su espalda cuatro veces en dirección a cada uno de los puntos cardinales. Una vez terminado el saludo, los “quetzales” se dejan caer hacia atrás amarrados de la cintura por una cuerda sujeta al poste, y comienzan su hermoso vuelo hasta llegar nuevamente a la tierra.
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