Arrastrados por la fuerza de la emoción infantil hemos ido a parar frente a tiendas con las vitrinas llenas de muñecos con tres cabezas, colmillos gigantescos, figuras musculosas y estómagos que se abren para dejar ver una serie de circuitos. Armas inimaginables que fulminan, paralizan y deshacen al resto de los personajes del actual mundo de los niños.
Seguramente todos nos hemos preguntado por qué los pequeños sienten una adoración tan grande hacia los muñecos monstruosos que venden hoy en día y también si es conveniente o no que jueguen con ellos. Según los especialistas, este tipo de juguetes no sólo es inofensivo para los niños, sino que además resulta necesario y benéfico para su desarrollo. Estos nuevos monstruos vienen a ser el sustituto de los juguetes bélicos, y de héroes como el llanero solitario (porque dentro de estos juguetes también hay los “buenos”). Algunos padres han mostrado su preocupación al ver que sus hijos no detestan a los seres perversos que encarnan los muñecos, sino que en ocasiones hasta se identifican con ellos. Esto es completamente natural y no debe ser motivo de alarma, ya que en el mundo no existen los valores absolutos y de esta manera, el niño va explorando por sí mismo lo que es bueno y lo que es malo. Además, estos personajes le brindan al niño la oportunidad de expresar sus fantasías y de canalizar su agresividad de manera inofensiva.
Algunos estudios han demostrado que este tipo de juguetes ayuda al pequeño a sobrellevar las múltiples ocasiones en las que se siente dominado, ya que el jugar con ellos se va familiarizando con las cosas que le causan temor y las va venciendo.
Como dice el refrán. “Las apariencias engañan” y aunque nos parezcan espantosos, los amados monstruos no son tan malos como los pintan. A fin de cuentas, es preferible que todos los sentimientos negativos de nuestros chiquitos afloren a través de simples muñecos y no en situaciones de la vida real.
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