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La educación a distancia y la primera infancia

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Pandemia Educacion

Después de casi 12 meses de pandemia, una de las poblaciones con más complicaciones para seguir la educación a distancia ha sido la de los niños y niñas de la primera infancia.  Sin duda no ha sido fácil para nadie, pero estos pequeños de hasta más o menos 8 años, por sus características particulares, han sido mas afectados.

Los niños pequeños tienen un trabajo muy importante que hacer. El trabajo de un niño es ir desarrollando quien es, en cada etapa de su vida.  Parecería que no hay nada más importante que esto.

Durante la primera infancia, el cerebro aumenta su tamaño casi en un 80% del peso que tendrá cuando sea adulto. Al mismo tiempo, acabando esta etapa las sinapsis de las neuronas decrecen dramáticamente. Existe un proceso que se llama poda neuronal en donde lo que no se usa en esta primera etapa, el cerebro lo va desechando.

Es fácil ver a los niños como bolas de energía que nunca se termina. También es fácil olvidar que el trabajo que tienen que hacer en esta etapa es de suma importancia, de hecho, es crítico para su desarrollo. Sobretodo es difícil para nosotros, porque no vemos los resultados inmediatamente, pensamos que si no vemos un logro o un avance evidente y medible, que el niño está “perdiendo el tiempo”.

La naturaleza tiene un plan para el desarrollo, los niños están biológicamente impulsados para desarrollarse, siempre y cuando las circunstancias, los insumos y las condiciones sean las adecuadas. Y los que estamos encargados de proveerles esto, somos nosotros, los adultos a cargo de ellos.

Muchas de las cosas que nosotros experimentamos como frustración con los niños pequeños, en realidad es el impulso que los lleva a buscar los insumos que necesitan. Y uno de estos insumos que necesitan es el contacto con el mundo que los rodea. Las investigaciones continuamente demuestran que los niños necesitan cantidades importantes de tiempo inmersos en la naturaleza. Necesitan explorar su entorno. Necesitan tocar y sentir, oler y probar. Necesitan descansar, soñar, imaginar, experimentar. Pero también está el sistema vestibular que, en conjunto con el sistema propioceptivo, mantiene el tono muscular, coordina automáticamente el movimiento de los ojos, cabeza y cuerpo, manteniendo un campo visual estable y es fundamental en la percepción del espacio y en orientación del cuerpo en relación con éste.  Y para desarrollarlos, necesitan moverse. El trabajo de la sinapsis, de la poda neuronal y del desarrollo de todos sus sentidos es un trabajo muy importante.

Por otra parte, está el desarrollo socio emocional. Los niños pequeños, los niños inmaduros, tienen características particulares, debido a que su corteza prefrontal todavía no está desarrollada. Digamos que el centro de mando del cerebro apenas está en construcción. Tienen una naturaleza impulsiva, es decir, no pueden controlar sus impulsos cuando una emoción los invade. Si algo los frustra, simplemente actúan en consecuencia. Por la misma razón, son poco considerados, no pueden ver las necesidades del otro y si las ven, entonces pierden de vista las suyas. Necesitan estar físicamente cerca de los adultos que los cuidan, es la manera en que se sienten seguros. Necesitan sentirse vistos, escuchados, validados por los adultos que están a cargo de ellos.

Desafortunadamente el uso de las pantallas electrónicas ha sido una solución a corto plazo que nos ha ayudado a nosotros, porque las hemos usado como cuidadores o nanas. Las pantallas no les proporcionan a los niños los insumos sensoriales y emocionales que necesitan desesperadamente para poder desarrollarse. Si el uso es menor o muy moderado, tal vez el efecto también lo es. Pero cuando el uso es mayor, cuando las pantallas sustituyen el uso de las manos, de las experiencias reales, entonces el efecto es devastador.

Los niños están desesperados por tener los ambientes, experiencias y circunstancias que necesitan. Cuando los hipnotizamos con las pantallas, nos da a nosotros un poco de calma y a los niños un poco de entretenimiento, pero evita que el cerebro obtenga los insumos que necesita para la sinapsis neuronal y el desarrollo sensorial, emocional y psicológico.

Entonces si tomamos en cuenta todas estas características y necesidades, cuando pensamos en la educación a distancia para la primera infancia, cada vez suena más incongruente. Y hablamos de la educación a distancia como hasta ahora la hemos visto. Es decir, pensando que la escuela presencial se puede simplemente sustituir por una video llamada, o peor aún, por la televisión, en donde sometemos a los niños a horas y horas de una actividad que va completamente en contra de su naturaleza, y de dónde no obtienen ninguno de los insumos que necesitan. Los mejores programas escolares para la primera infancia que hoy existen están diseñados para la educación presencial. En donde los niños experimentan su mundo, su ambiente, aprenden haciendo, corriendo, jugando, cantando, tocando. Pero también en dónde la presencia física y el acompañamiento del adulto a cargo, es decir, maestro, educadora, asistente es indispensable.

Una de las opciones que han surgido durante esta pandemia ha sido la creación de estos pequeños “learning pods”. En donde, una maestra se ha encargado físicamente de un grupo pequeño de niños, generalmente en una casa o en algún espacio común y ahí les ha proporcionado los insumos necesarios para su desarrollo. Y no hablamos de insumos como clases de 3 idiomas y 4 instrumentos musicales. Sino de los insumos que los niños en esta etapa necesitan, tiempo, espacio, descanso, juego, relación de calidad con el adulto. Tal vez debería ser un modelo de escuela para la primera infancia, que deberíamos de considerar mantener en el largo plazo. Recordemos que los niños pequeños están biológicamente impulsados para descubrir y aprender. Solamente necesitan que les proporcionemos el ambiente adecuando, bajo las circunstancias correctas y con los insumos necesarios, y se ocuparán por horas. Y al mismo tiempo, les darán a sus padres y cuidadores tiempo para descansar y poder hacer su trabajo y otras actividades, mientras ellos están descubriendo el mundo.

No sabemos cuándo se va a terminar la pandemia, ni tampoco sabemos cómo será el mundo cuando esto suceda. Pero como padres y maestros, deberíamos ponernos a analizar mas profundamente si lo que estamos haciendo en realidad está contribuyendo en algo para ayudar en el desarrollo de los niños. Hemos venido sobreviviendo a las circunstancias que se nos han presentado, pero tal vez ya es momento de ver más allá, de ver el largo plazo.

Por una parte, si cuando hablamos de regresar a la normalidad, hablamos de regresar a lo de antes. Y por el otro, si estas circunstancias se siguen alargando, cómo podemos darles mejores insumos a nuestros hijos que les ayuden a su desarrollo en lugar de que simplemente sigamos sacando el agua de la balsa para no hundirnos.

Lic. Ma Esther Cortés
Asesoría en Educación y Crianza /Facilitador Autorizado Instituto Neufeld
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