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De Todo un Poco

LA CLAVE PARA UN BUEN RENDIMIENTO.

Existe la idea equivocada de que, si a un pequeño se la satura de actividades, tendrá un desarrollo integral más completo y estará mejor preparado para el futuro. No obstante, hay que tomar en cuenta que un niño cansado no estará en condiciones de aprovechar todas esas experiencias que si bien, son indudablemente enriquecedoras, pueden resultar un arma de dos filos.

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Un niño sano parece tener una energía inagotable; corre, juega, salta, viene y va aparentemente sin cansarse jamás. En muchas ocasiones, los adultos parecemos dar por sentado que, dada esta característica infantil tan singular, los pequeños son capaces de resistir jornadas interminables. De tal forma que resulta bastante común encontrar casos de niños cuya agenda parece estar más cargada que la del mismo presidente: se levantan temprano, pasan seis horas en un salón de clase, atraviesan la ciudad más grande del mundo ruante la hora de mayor tráfico, se cambian en un santiamén y toman clase de natación, después comen apuradamente, para llegar a la clase de inglés y después al catecismo. Finalmente, regresan a casa para hacer la tarea, que en varias ocasiones es demasiada. Durante la misma cenan y se bañan, pero como aún no han podido terminarla se van a dormir hasta las once de la noche… recomenzando el ciclo a la mañana siguiente.

Existe la idea equivocada de que, si a un pequeño se la satura de actividades, tendrá un desarrollo integral más completo y estará mejor preparado para el futuro. No obstante, hay que tomar en cuenta que un niño cansado no estará en condiciones de aprovechar todas esas experiencias que si bien, son indudablemente enriquecedoras, pueden resultar un arma de dos filos.

Los niños, aunque no lo parezca, necesitan mucho más descanso que los adultos, ya que su proceso de crecimiento y maduración supone un desgaste energético de enormes proporciones. La única manera de reponerse es a través de la alimentación y el sueño. Según los expertos, lo mínimo que un pequeño en edad escolar debe dormir son nueve horas. Si esta condición no se respeta, el pequeño puede presentar los siguientes síntomas: irritabilidad, labilidad emocional, mayor propensión a adquirir enfermedades, disminución en la capacidad de concentración y atención e incluso un bajo rendimiento escolar.

Afortunadamente, estos síntomas son fácilmente controlables y reversibles si se toman cartas en el asunto lo antes posible.

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