INTUICIÓN + FORMACIÓN = PARENTALIDAD RESPONSABLE

Acompañar a niños y adolescentes a alcanzar su máximo potencial, y que logren integrarse a la sociedad de manera proactiva, es una enorme responsabilidad.  Se necesitan mamás y papás comprometidos con una gran intuición, pero también con deseos de aprender, crecer, formarse y transformarse.

            La intuición es ese “sexto sentido” que te ayuda a comprender algo de manera inmediata, sin necesidad de un razonamiento consciente y aunque surge de manera natural, se va desarrollando con los años. 

            Nuestro propio contexto, así como las experiencias vividas dejan una estela que nos ayuda a discernir lo que es evidente con respecto a nuestra propia trayectoria. La intuición nos habla a través del cuerpo, cuando algo “no te late” o sientes “un hoyo en la panza”, son millones de neuronas en el sistema gastrointestinal, corazón y otros órganos que están mandando información al cerebro para alertarlo, “algo no va bien”.  Y, con frecuencia, la intuición también proviene de las personas que tenemos alrededor, su energía tiene efecto en cómo nos sentimos en relación a alguna situación y, son las neuronas espejo, las que instintivamente nos permiten percibir las emociones de otras personas; además, los consejos o el ejemplo de quienes respetamos, pueden ir formando nuestra intuición.

            Así, cuando hablemos de crianza, la respuesta a la mayoría de nuestras interrogantes la encontramos dentro de cada uno de nosotros, con la intuición tenemos la solución natural ante lo evidente, sin embargo, es común permitir que la sociedad/cultura guíe nuestras conductas o decisiones.  Por ejemplo, mi hija llora al ir a clase de natación, yo siento que está angustiada y pienso en darla de baja temporalmente, pero mi suegra insiste en que tiene que aprender a nadar, que llora por consentida y dice que pronto se le pasará.  Yo, hago a un lado mi intuición y, a pesar de la tristeza que percibo en mi hija, la sigo llevando a natación pensando que es lo mejor para ella.

            Es por esto, que también requerimos ser padres conscientes, es decir, darnos cuenta de lo que sentimos y pensamos, cuáles son los mecanismos de defensa que activamos y en qué momentos.  Esto nos permite actuar con responsabilidad y no reaccionar de manera impulsiva.  Los seres humanos somos seres racionales, por lo tanto, necesitamos educarnos.

            Ejercer nuestro papel como mamá y papá, hoy en día exige formación en un mundo en constante cambio, son muchos los retos a los que nos enfrentamos, los avances tecnológicos, el poco apoyo de la cultura, la orientación a pares… la manera como nos relacionamos y comunicamos es distinta.  Y, aunque contamos con un extenso abanico de alternativas que apoyan la crianza: libros, cursos, conferencias… nuestra responsabilidad no sólo es informarnos, sino aprender a discernir entre la información que recibimos, reflexionar en ella para hacer una selección adecuada a las necesidades de los hijos y de la familia.  Es natural que cuando aprendemos algo nuevo se generan dudas y expectativas que darán pie a cierta confusión, es este conflicto interno el que nos va a permitir tomar decisiones más equilibradas.  Sin embargo, muchas veces vamos a necesitar de un apoyo externo para lograrlo, no para que nos digan qué hacer, pero sí para que nos ayude a ampliar nuestra perspectiva, identificar las verdaderas necesidades no sólo de los hijos, sino de la familia como sistema y podamos cuidar el bienestar de la unidad familiar.

            Practicar una parentalidad responsable requiere intuición, formación y orientación.

Marifer Calderón

Asesoría Parental

Orientación Educativa Familiar

Facilitador de Cursos Autorizado por el Instituto Neufeld

www.marifercalderon.com