Todos los que tenemos la fortuna de tener hijos, sabemos que una de las batallas cotidianas que más trabajo cuesta sobrellevar es la limpieza de la casa. Prácticamente, desde que nuestros pequeños ponen un pie en ella, nos vemos en la necesidad de ir recogiendo todo lo que tiran. A pesar de que los niños son desordenados casi por naturaleza, es necesario concientizarlos de que deben responsabilizarse no sólo de lo que ellos hacen, sino también de que el lugar donde viven es suyo y deber cuidarlo tanto por ellos, como para el bienestar de toda la familia. Una de las mejores maneras de lograrlo es a través del juego. Los fines de semana, cuando se dispone de un poco más de tiempo, recoger la casa puede convertirse en una actividad compartida, y de gran entretenimiento.
Para conseguirlo sólo basta establecer una competencia entre las habitaciones del hogar y llevar un sencillo registro. El objetivo es adivinar cuál de ellas quedará limpia y recogida primero. Cada miembro de la familia puede hacer sus predicciones y apuestas. El paso siguiente consiste en establecer un número específico de objetos que se irán recogiendo de cada habitación, por ejemplo: diez cosas. Una vez que estos diez objetos han sido puestos en su lugar, se interrumpe la limpieza de esa parte de la casa y se prosigue en otra. Gana la habitación que haya quedado totalmente limpia primero.
Este es solo un ejemplo de cómo una actividad tediosa y poco atractiva puede volverse dinámica y agradable. Sólo es necesario tener algo de imaginación y convertir las obligaciones en juegos. Los niños son muy creativos y, seguramente, irán sugiriendo otras formas lúdicas para cumplir con las obligaciones cotidianas. De esta manera, no sólo les resultará agradable cumplir con ellas, sino que poco a poco las irán integrando sutilmente como hábitos positivos que les ayudarán a lo largo de toda la vida.
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