Uno de los grandes hitos en el desarrollo del hombre como especie y de manera individual, ha sido la posibilidad de utilizar su mano como herramienta y desarrollar el movimiento de pinza. En un principio, un bebé utiliza toda la mano como si fuera una pala. Poco a poco comienza a utilizar el pulgar y el resto de los dedos. Finalmente, a los ocho meses de edad, empieza a usar el pulgar y el índice para lograr una maniobra de gran habilidad conocida como el movimiento de pinza. Alrededor del año un pequeñito debe ser capaz de recoger hasta las migajas más pequeñas que haya sobre un mantel.
Este tipo de movimiento de la mano involucra habilidades altamente sofisticadas tanto visuales como motoras y perceptuales. El bebé necesita tener buenas habilidades visuales que le permitan alcanzar un pequeño objeto, coordinación motora fina para poder tomarlo con la mano y una adecuada percepción que le permita integrar lo que los ojos están viendo y lo que las manos están haciendo.
Fenómenos del desarrollo aparentemente tan sencillos como este invitan; sin lugar a dudas, a la reflexión de nuestra existencia y de lo maravilloso que resulta el cuerpo humano.
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