Siempre que se escucha hablar sobre autoestima, se piensa inmediatamente en el aspecto emocional de una persona. Sin embargo, un estudio hecho por psicólogos estadounidenses puso de manifiesto que la autoestima, no sólo tiene efectos inmediatos en la esfera psicológica de un individuo, sino que interviene directamente en la salud.
Quedó demostrado, por ejemplo, que las personas cuya autoestima es adecuada tienden a contraer menos enfermedades y a sufrir menos cansancio y decaimiento. Incluso se observó que mantienen la presión arterial baja, disminuyendo así, la propensión a padecer enfermedades cardiovasculares. De igual forma, tienden a tener menos fluctuaciones de peso, a mantener periodos adecuados de descanso y a presentar menor número de dependencias hacia sustancias tales como el tabaco, las drogas o el alcohol.
En el ámbito de lo social, la autoestima también determina el tipo de relaciones que una persona entabla con los demás, así como el mayor o menor grado de flexibilidad para encontrar soluciones coherentes y viables a los problemas cotidianos.
Se ha demostrado que las personas con una alta autoestima son más capaces de resolver situaciones difíciles desde una perspectiva optimista, que aquellas que tienen un pobre concepto personal.
Todo esto permite aseverar que la autoestima ayuda a prolongar la vida, tanto cuantitativa, como cualitativamente. Resulta, por lo tanto, de vital importancia que se empiece a fomentar desde edades muy tempranas. Edificar en el niño un adecuado concepto de sí mismo es tan importante como darle una excelente nutrición, una buena educación y un oportuno cuidado médico.
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