La vida moderna ha traído como consecuencia un sin número de cambios en la forma de pensar de las personas, así como en su comportamiento. Hace varias décadas resultaba muy difícil imaginar que una mujer saliera a trabajar o que un hombre participara activamente en el cuidado y la educación de los niños. Con el paso del tiempo este tipo de proceder delimitado culturalmente ha sufrido una transformación que, desde nuestro punto de vista, es positiva ya que ha permitido un desarrollo humano más completo y satisfactorio. En la actualidad, la evolución social ha facilitado que las mujeres desempeñen profesiones similares a las de los hombres, mientras que éstos han tenido la oportunidad de experimentar los aspectos un tanto difíciles, así como disfrutar esos momentos maravillosos que supone la crianza de un pequeño. Han podido verse beneficiados tanto los padres como los niños. Muchos hombres que actualmente son padres aprendieron que la figura paterna era una imagen lejana, representada por una persona a quien debían respetar y hasta temer. Atreverse a saltar en su cama, jugarle una broma o tener acercamientos físicos, era algo casi imposible.
Por el contrario, los papás de hoy en día en general mantienen una relación considerablemente más cercana con sus hijos. Juegan con ellos, los educan e instruyen, les ayudan en sus tareas escolares, los abrazan y acarician, pasan muchos momentos de calidad, les enseñan cosas nuevas y cumplen una función mucho más importante que la de ser simples proveedores. Constituyen una fuente imprescindible de seguridad y afecto, además de darle a sus pequeños un patrón para imitar y brindarles la oportunidad de aprender cómo ser mejores padres, cuando llegue su momento.
Por eso en su día queremos darles un especial reconocimiento y felicitarlos por desempeñar un papel tan hermoso.
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