Una mamá a la que llamaremos “María”, escribió que por favor le diéramos “like” a la página de Instagram de su hija, que la acababa de abrir y que estaba muy emocionada. Tomen en cuenta que en ese chat somos mas de 200 participantes, que aunque sabemos que todos vivimos en la misma colonia, en realidad no tenemos otra cosa en común. De hecho, la gran mayoría no nos conocemos personalmente. La verdad es que la curiosidad me ganó y entré a ver el perfil de la hija de María, quien alentaba a más de 200 desconocidos a que la siguieran. Cuando vi las fotos, la niña era una adolescente de 13 o 14 años, tenía publicadas fotos haciendo su deporte favorito. Una cuenta por supuesto pública, sin restricciones a quienes pueden verla.
No se trata de ponernos a detallar los interminables riesgos y beneficios de las redes sociales. Supongo que María también los conoce y al mismo tiempo, tiene las mejores intenciones al pedirnos que sigamos la cuenta. Aquí lo importante es preguntarnos si al hacerlo María está asumiendo su posición de adulto a cargo de su hija. Tal vez una de las cosas más complicadas de decidir en un mundo tan conectado como el que vivimos, es en dónde está el límite entre lo personal y lo público, entre lo que deseo compartir solamente con mi círculo más cercano, o lo que puedo o quiero expresar a cualquiera que lo quiera ver o escuchar. Si el publicarlo, le da derecho abierto a los demás de opinar sobre ello, de compartirlo, o de hacer uso de ello de cualquier manera. Y si para nosotros los adultos supuestamente maduros es un lugar complicado de navegar, para nuestros hijos niños o adolescentes es todavía más difícil. Y es por eso justamente que nos necesitan a nosotros.
Nosotros los adultos somos los que debemos acompañar a nuestros hijos en este mar de decisiones. Si los observamos, si los conocemos, si se sienten cercanos a nosotros, podemos leer sus necesidades y entonces decidir qué es lo que nos corresponde hacer. Poder tener una visión de largo plazo, ver las diferentes opciones y riesgos, adelantarnos a lo que podría suceder, prevenir peligros innecesarios, son algunas de las cosas que requieren de cierta madurez para lograrse. A veces es simplemente acompañarlos porque confiamos en que ya pueden tomar algunas decisiones, y a veces es tomar el mando y poniéndonos de su lado, corregir el rumbo sobretodo cuando su seguridad e integridad física, emocional o psicológica están en juego.
Dentro de todo lo que los padres tienen sobre su plato, sin duda, acompañar a sus hijos en el viaje digital es de las más complicadas, porque requiere de un conocimiento específico del tema, que no siempre viene naturalmente. Pero es nuestra responsabilidad como adultos a cargo, involucrarnos y aprender para poder ser mejores guías. Los personajes públicos, como los artistas, los políticos, las celebridades, viven esta disyuntiva entre lo público y lo privado, todos los días y muchas veces acaban cerrando sus perfiles de redes sociales, bloqueando o restringiendo el acceso, debido a lo difícil que es procesar algunos de los comentarios que les hacen. Y si esto es así para la gente que está acostumbrada a vivir en el ojo púbico, que tienen profesionales ayudándoles, imaginen lo complicado que es para nuestros hijos e hijas.
El mundo digital, las redes sociales, whatsapp, etc. están aquí para quedarse. Debemos conocerlos y darles la bienvenida para que así nuestros hijos se sientan cómodos compartiendo con nosotros su mundo digital. Pero no debemos de perder nunca de vista que nosotros somos los adultos a cargo y que tanto en la vida real como en el ciber espacio, nuestros hijos e hijas nos necesitan. Necesitan nuestra guía y acompañamiento, nuestras palabras de aliento y nuestros brazos para apapacharlos. Lo único que NO necesitan de nosotros es que les consigamos más “likes”…
M.Ed. Ma Esther Cortés
Asesoría en Educación y Crianza /Facilitador Autorizado Instituto Neufeld/ Facilitador Registrado Curso de Círculo de Seguridad para Padres
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