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Buscando el bienestar emocional en el regreso a clases

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Hace un año escribí “El reto del regreso a clases”, hoy, tras dieciocho meses de confinamiento, el reto es aún mayor pues es evidente que hay un impacto en el bienestar emocional de niños y adolescentes.

Algunos habrán encontrado en casa un espacio de confort y seguridad, la convivencia con sus padres y hermanos puede ser gratificante y se sentirán ansiosos al pensar en separarse de ellos.  Habrá otros que lejos de encontrar consuelo, viven momentos de estrés y angustia, pérdidas, discusiones familiares y soledad.  Cualquiera que sea el caso, escuelas y maestros debemos estar preparados para recibir a los estudiantes y ofrecerle a cada uno lo que necesite para encontrar un espacio seguro.  No podemos pensar en un aprovechamiento académico, si antes no logramos un bienestar emocional.

Cada estudiante enfrenta un desafío, por lo que la relación que pueda establecer con sus maestros será fundamental para superarlo. Niños y jóvenes han vivido la pandemia de manera distinta y han contado con diferentes recursos para enfrentarla, es necesario estar abiertos a escuchar la diversidad de experiencias y mostrar interés por lo que puede estar pasando cada uno de ellos para ayudarlo a encontrar la mejor manera de superarlo.

Como maestro habrá momentos en los que te sientas abrumado, es importante recordar que cuentas con un equipo de apoyo y orientación dentro de tu escuela, platica con los coordinadores, psicólogos y otros maestros sobre la situación que te inquieta, respetando siempre la confidencialidad del estudiante, y juntos encuentren soluciones a su favor.

Los alumnos pueden haber experimentado distintos tipos de pérdidas durante este tiempo y sus respuestas emocionales pueden variar a lo largo de los días: irritabilidad, enojo, agresión, tristeza, aislamiento, ansiedad, miedo, indiferencia… Dale espacio a cada una, permite que tus estudiantes vivan y sientan sus emociones, que se relacionen con ellas para que más adelante las puedan gestionar de manera adecuada, mientras tanto, dependen de ti para que los ayudes a gestionarlas.

Aunque es entendible que todas estas emociones se manifiesten dentro del contexto que estamos viviendo, necesitamos estar alerta cuando se presenten “focos rojos”, es decir, identificar señales de que está sucediendo algo más serio, es probable que más de un estudiante requiera de  apoyo profesional.

  • Frecuentes cambios en el estado de ánimo, irritabilidad y explosiones repentinas de ira o llanto.
    • Poca energía o cansancio, como resultado de alteraciones en el sueño.
    • Aumento o disminución del peso por alteraciones en el apetito, ya sea comer en exceso y con frecuencia, o bien, evitar probar alimentos.
    • Dificultades de memoria y concentración.
    • Comportamiento reservado o aislamiento.
    • Autolesiones, como pequeños cortes, quemaduras o hematomas en la piel.

Es importante entender que el aprendizaje tendrá que esperar, la alteración de la capacidad de concentración de niños y jóvenes es una experiencia común pues han experimentado un duelo o un trauma.  Necesitamos darles tiempo para sobreponerse, procesar y comprender exactamente lo que ha sucedido, lamentar las pérdidas que han experimentado y trabajar juntos para encontrar una manera de seguir adelante.

Sabemos que es necesario que los alumnos puedan ponerse al día con el trabajo académico que han perdido, además de que el tener una rutina escolar les brinda seguridad, sin embargo, hay que equilibrar las clases con actividades recreativas – artísticas y deportivas -, en donde se les permita explorar sus pensamientos, cuestionarse y reflexionar sobre los temas que les inquietan.

Algunas sugerencias:

  • Compartir experiencias con todo el grupo guiando la conversación con preguntas abiertas, esto permitirá que los estudiantes se expresen pero también los invitará a escuchar, tomar turnos y concentrarse.  
  • Promover la expresión artística: esculturas, música, representaciones teatrales, cualquier espacio de expresión libre en donde puedan plasmar lo que están sintiendo sin necesidad de dar explicaciones.
  • Invitarlos a practicar actividades al aire libre que permitan movimiento.
  • Programar reuniones con tutores para promover conexiones afectivas mostrando interés por cada uno de manera individual, invitándolos a compartir sus experiencias y, darle seguimiento más adelante.
  • Trabajar con grupos pequeños con los alumnos que identifiquemos puedan necesitar más apoyo.

Si bien es importante reconocer y hablar sobre los desafíos y las pérdidas que todos hemos experimentado, también es importante crear una visión positiva hacia el futuro, podemos empezar por identificar las cosas positivas que han surgido a partir de esta situación, enfatizando que esto no invalida ni minimiza lo negativo.

Por último, vale la pena resaltar la importancia enfocarse en el momento presente, pensar en el pasado o especular sobre el futuro puede generar grandes preocupaciones, por lo que poner en práctica ejercicios de respiración y meditación ayudará a mantener la atención en el aquí y en el ahora.

Marifer Calderón
Orientación Educativa y Familiar
Asesoría en línea
marifercm@gmail.com
@marifer_calderon_

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