Cualquiera que haya pasado diez minutos en un patio de juegos con un niño sabe perfectamente que los pequeños necesitan pocas razones para ser activos. Si se les da el tiempo, el espacio y el equipo necesarios, se inclinan de manera natural y casi instintiva a hacer ejercicio jugando. Cualquier actividad física que se realice regularmente ayuda a los pequeños a alcanzar su potencial en términos de estatura, fuerza, flexibilidad y resistencia. Por otro lado, también disminuye el riesgo de sufrir enfermedades cardiovasculares e hipertensión, incrementa la confianza, la autoestima y el autocontrol, ayuda a regular el control de peso, tono muscular y postura y, por último, elimina el estrés y la tensión.
Se recomienda que los niños tengan varios lapsos cortos de actividad física (20 o 30 minutos al día aproximadamente). Para la mayoría de los pequeños esto es suficiente para mantener la salud. Sin embargo, no se puede esperar que un niño cumpla su requerimiento diario de algunos minutos de ejercicio por la mañana para correr y jugar. Es por ello que resulta necesario darles la oportunidad de practicar alguna actividad física por las tardes.
Hay que recordar que la educación de un pequeño es integral, mientras más aspectos pueda cubrir, éste podrá desarrollarse de manera más completa y armónica.
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