Desde hace varios años, la medicina alternativa ha ido abriéndose paso entre el escepticismo de los científicos que ponen en duda la eficacia de nuevos métodos curativos desprendidos, en gran medida, de los conocimientos ancestrales sobre la herbolaria y la manera en la que muchas culturas orientales consideraron la composición y funcionamiento del cuerpo humano. Es así como van cobrando fuerza la utilización de flores, aromas, aceites y masajes con fines curativos.
Inspirado en otra manera de concebir la medicina, el profesor Carlos Vallbona, se dio a la tarea de investigar si los imanes pueden contribuir al tratamiento del dolor. Para conocer la respuesta, el Dr. Vallbona realizó un experimento con un número importante de personas que sufrían dolores difíciles de controlar. A la mitad de ellos los trató con un imán verdadero y a los demás con un pedazo de metal cualquiera. Ni los pacientes ni los médicos que participaron en el estudio sabían cuáles eran los imanes reales.
Al finalizar el experimento se observó que los pacientes tratados con magnetismo habían disminuido su dolor de una manera considerable, en comparación a la población de control que no había experimentado mejoría significativa.
Aunque estos resultados no pueden determinar la magnitud de las propiedades curativas de los imanes, al menos arrojan cierta luz hacia una fuente alternativa de tratamiento contra el dolor.
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