Nutrición y Salud

LA HORA CERO

Cómo evitar que la hora de la comida se convierta en un campo de batalla.

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Es común que, llegada la escuela, el niño experimente cambios, como en el comer. Las madres se preocupan por la alimentación de los hijos, tanto en el hogar como en el lunch, que cuidadosamente preparan para la hora del recreo.

Permanentemente están detrás de ellos para ver “si comieron todo”. Y la hora de la comida se transforma en un campo de batalla; “come todo, que tú lo necesitas”, “tienes que comer toda la carne para que seas fuerte”, “no quiero ver nada en el plato”, y cosas por el estilo se dejan escuchar.

Si el niño no acta las órdenes y reacciona dejando de comer, le espera un largo sermón sobre la “necesidad de comer para crecer y ser un hombre fuerte y sano como el tío Alex”, explicación que los pequeños difícilmente llegar a comprender.

El problema de la comida se torna muy agudo; la madre no habla de otra cosa. Mil explicaciones, diferentes platillos todos los días y siempre forzándolo a comer. Por supuesto que esto lo hace con la mejor de las intenciones y convencida que redundará en el beneficio del niño.

Pero ocurre que eso puede agravar cada vez más los problemas alimenticios. A la hora de comer los niños son extremadamente sensibles a los sentimientos y actitudes de la madre. La ansiedad y preocupación de la progenitora son percibidos por el hijo, quien después se siente mal con sólo ver un plato de comida.

Hay que comprender que los niños no morirán de hambre o de inanición, aunque no coman todo lo que los padres quieran. Los que tienen buena salud mantendrán una dieta adecuada comiendo lo necesario sólo si los padres les brindan un clima emocional tranquilo durante las comidas.

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